Me siento orgulloso de ser soldado

www.fuerzasmilitares.org (01DIC2022).- «Después de intentarlo por segunda vez, logré ingresar al Ejército para servirle a Colombia». Con esta afirmación el soldado profesional Jeison Adid Silva Herrera, orgánico del Batallón de Acción Directa y Reconocimiento N.° 4, demuestra su convicción por formar parte del Ejército Nacional.

Un soldado con siete años de servicio en la institución y con especialidades en Fuerzas Especiales, paracaidismo y lancero se salvó de morir gracias a una cuchara.
Sin importar lo agreste del terreno, la noche o el día, este soldado del grupo especial, con siete compañeros más, empezaron el descenso en soga rápida en el punto de inserción planeado en el departamento de Nariño, para realizar quizá la que puede der su última operación militar.
Eran casi las 18:00 horas. Descendieron y se ubicaron. Cada uno en el punto donde iniciaría la infiltración en la selva del Rosario, Nariño, hacia el área objetivo. Jeison Silva se reunió con sus compañeros, sacó su radio y habló con su comandante de batallón para recibir las últimas instrucciones y palabras de su comandante durante largos y extenuantes seis días antes de lograr identificar al enemigo.  
Cuenta el soldado Silva, cerrando los ojos y con las manos sudorosas, que después del sexto día de operaciones vieron la oportunidad de realizar el ataque; tomaron la decisión de abordar el objetivo. Siendo aproximadamente las 00:33 horas de la madrugada, los soldados del grupo especial entraron en contacto con el enemigo. 
«En el silencio de la noche solo se escuchaban disparos, pero de pronto todo se convirtió en suspenso, adrenalina y el furor del momento. En un instante sentí un sacudón que me mandó al piso; el estruendo de las ojivas retumbó en mis oídos, caí a la tierra. Fueron minutos de bastante zozobra. Al transcurrir los segundos solo sentía fatiga, desespero; toqué mi cuerpo para saber dónde estaban mis heridas. Me angustié al tocar este hueco en mi pecho. Sentir fragmentos de ojiva en él. Me tocaba una y otra vez para saber si la bala había entrado, hasta que sentí el hueco en el cartucho y mi cuchara destruida; mi pierna inmóvil llena de dolor, y la sangre espesa que no dejaba de salir por el segundo disparo. En ese instante pasaron por mi mente los bellos recuerdos de mi familia, la hermosa sonrisa de mi hijo y los cálidos abrazos de mi madre. Ahí sentí que me iba a morir», cuenta el soldado Silva.
Pero mi convicción de soldado, mi valentía, mi arrojo y decisión me hicieron retornar para luchar por mi vida. Saqué el adio. ?Aún con lágrimas en los ojos y su voz entrecortada? recuerda lo que dijo: «Me voy a morir, no me dejen morir, estoy herido en el pecho y en la pierna», decía el soldado Silva Herrera a sus compañeros para que lo ayudaran. 
 Alrededor estaban sus compañeros. Ahí perdió el conocimiento, pero cuando volvió a abrirlos, vio una luz blanca que lo cegaba. Estaba en el hospital de Pasto, había perdido mucha sangre.
Eso es lo único que recuerdo. Los primeros que fueron a visitarme fueron mis compañeros del grupo especial de la operación para contarme qué había pasado y cómo había llegado hasta el hospital.  Algunos se preguntarán ¿qué hacía una cuchara en mi chaleco? Cuando nosotros los soldados de grupos especiales salimos a una operación militar, solo llevamos ración, nuestro armamento, cartuchos, elementos de aseo personal y una cuchara. Esa cuchara que llevaba en mi pecho fue la que me salvó la vida. Fue determinante para detener la velocidad y la dirección de la bala ?lo cuenta con una sonrisa en su rostro.  
Hoy agradezco la maravillosa familia militar que tengo, los hermanos hombres que Dios no me dio en la casa los encontré en esta hermosa profesión de ser soldado de Colombia. 
Aún con brillo en los ojos y una sonrisa en su boca, dice que la mejor decisión que pudo haber tomado en su vida fue pertenecer al glorioso y único Ejército Nacional de Colombia.
Este muchacho es el símbolo de muchos soldados colombianos que se enfrentan con la muerte día a día, noche tras noche, en las extremas selvas de nuestro territorio nacional. Aun después de cirugías y sabiendo que no va a volver a ser parte de un grupo especial, no ha borrado ni su calor humano ni su sonrisa.
El corazón nunca se endurece, aún en las pruebas más difíciles, cada día más me aferro a Dios pidiéndole que me deje como antes de estas heridas en mi cuerpo. Soy un colombiano orgulloso de mi Ejército y mi país, y cuando ayudo en la recuperación, estabilización de la seguridad y la paz de Colombia, me siento realizado.

(ejercito.mil.co)