Este hombre creó el primer coche eléctrico de Rusia en 1899

www.fuerzasmilitares.org (24ABR2022).- La biografía de Hipólito Romanov está llena de espacios en blanco, pero sabemos que fue el primer ruso en presentar coches eléctricos en el Imperio Ruso.

A finales del siglo XIX, en Rusia no se conocían los coches eléctricos. Sin embargo, el inventor ruso Hipólito Romanov fue pionero en esta novedad adelantándose a su tiempo.

El primer coche eléctrico ruso

A finales del siglo XIX, el Imperio Ruso no era el único país en el que la revolucionaria idea de utilizar la electricidad para impulsar y mover vehículos entusiasmaba a científicos e ingenieros. En el Imperio Austrohúngaro, Estados Unidos y Gran Bretaña se intentó crear carros eléctricos.
Aunque la idea de Romanov no era única, su contribución al desarrollo de los vehículos eléctricos sí lo fue. Así, el primer coche eléctrico del Imperio Ruso apareció en 1899 y se hizo famoso con el nombre de “Cuco”. Tenía capacidad para dos pasajeros. Su batería era suficiente para transportarlos durante 60 kilómetros a una velocidad media de unos 40 km/h. El peso del vehículo avanzado era de 750 kilogramos, que incluía una batería de 370 kilogramos.
El vehículo de Romanov se diferenciaba de los modelos alternativos fabricados en el extranjero por el diseño único de sus baterías. Eran relativamente delgadas y estaban montadas en la carrocería del coche de forma horizontal en lugar de vertical. Esto permitía al inventor reducir en gran medida el peso de las baterías en proporción al peso del coche, una técnica que mejoraba la velocidad y la autonomía del vehículo.
Otra característica única del nuevo coche eléctrico era el llamado principio de tracción separada, que implicaba que cada rueda giraba de forma independiente por su propio motor eléctrico. El coche tenía faros eléctricos y un sistema de frenado regenerativo que recargaba la energía de la batería cada vez que el coche reducía la velocidad (el mismo principio se utiliza actualmente en los coches Tesla).

El ómnibus

Dos años más tarde, Romanov solicitó a la Duma Estatal, la cámara baja de la asamblea legislativa en el antiguo Imperio Ruso, que le permitiera establecer diez rutas para un ómnibus eléctrico de su diseño. Antes de que llegara la petición de Romanov, la gente sólo había oído hablar de los omnibuses tirados por caballos, también conocidos como “caballo-buses”. Impulsar el carruaje con electricidad era una empresa altamente tecnológica, aunque arriesgada.
El ómnibus eléctrico de Romanov tenía una batería colocada bajo los asientos de la parte trasera del vehículo. Tenía dos motores eléctricos lo suficientemente potentes como para acelerar el ómnibus con 17 pasajeros hasta 10 km/h.
En febrero de 1901, una comisión estatal llegó a la conclusión de que el invento de Romanov era seguro para las calles de San Petersburgo. “Al circular por las calles cubiertas de nieve, al girar y al cruzar los raíles de los ferrocarriles de caballos, el ómnibus iba suavemente, sin sacudidas ni temblores”, rezaba el informe oficial.
Finalmente, Romanov recibió la aprobación de la Duma Estatal para introducir su invento, pero había una trampa. Los políticos, que no querían aprobar un proyecto experimental que podría ser contraproducente, impusieron a Romanov unas condiciones financieras demasiado arriesgadas para el inventor. Además, los empresarios que controlaban el mercado de los coches de caballos utilizaron sus recursos para obstaculizar la introducción del sustituto eléctrico de su anticuado pero rentable medio de transporte.
La Revolución Rusa de 1917 obligó a Hipólito Romanov (junto con dos millones de rusos) a abandonar su país natal. Romanov se instaló en Estados Unidos, donde vivió hasta su muerte en 1944, a la edad de 79 años.

(rbth.com)