www.fuerzasmilitares.org (04SEP2022).- Durante la Guerra Fría la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de Norteamérica creó y mantuvo un escuadrón secreto formado por aviones soviéticos obtenidos de las más diversas maneras, muchos de ellos gracias a la deserción de sus pilotos. Los EE UU examinaban cuidadosamente todo avión de la URSS caído en sus manos. Algunos, tras volar desde la isla de Cuba.
El escuadrón 4477 de pruebas y evaluación (4477 TES) fue creado por el Comando Aéreo Táctico de la Fuerza Aérea de Estados Unidos para aprender las características de vuelo de los aviones empleados por la Unión Soviética durante la Guerra Fría.
El objetivo de este proyecto secreto, denominado Constant Peg, era entrenar a pilotos y oficiales de armamento de la Fuerza Aérea y al Cuerpo de Marines de los EE UU contra aviones de países enemigos. La novedad de esta iniciativa era el exponerlos directamente a la tecnología soviética.
La información pública sobre esta unidad apodada como Red Eagles o Águilas Rojas fue desclasificada en fecha tan reciente como 2006. Así se supo que operó, desde bases en el desierto de Nevada y el complejo conocido popularmente como “Área 51”, aeronaves Mig-15, Mig-17, Mig-21 y Mig-23 entre 1977 y 1988, aunque no se disolvió oficialmente hasta 1990.
Como bien relatan los especialistas Steve Davies y Gaillard R. Peck. Jr en sus respectivos libros sobre la 4477 TEST, la mayoría de los aparatos fueron obtenidos mediante préstamo o compra a países como Israel (de los ejemplares capturados en sus guerras con los países árabes) o Indonesia, aunque en una primera etapa de Constant Peg, también se hizo uso de aviones entregados por pilotos desertores.
Este es el caso del caza Yakolev 23 en el que un piloto rumano, Mijaíl Diaconu, había volado en 1953 a Yugoslavia y que los Servicios de Inteligencia de EE UU obtuvieron a través de la fuerza aérea del mariscal Tito. El avión llegó desarmado y fue enviado al centro de Pruebas y Evaluación de la Fuerza Aérea en el aeródromo Wright, cerca de Dayton, Ohio, donde hizo varias pruebas de vuelo, las cuales las hacía con identificaciones de Estados Unidos.
Para mantener la posesión del avión en secreto, el Yak-23 únicamente realizaba sus pruebas de vuelo en las primeras horas de luz. Después de terminar con todas las pruebas, el avión fue desmontado y enviado de nuevo a Yugoslavia, con sus colores originales.
Los norteamericanos concluyeron que, pese a haber sido superado por cazas de nueva generación, el Yak-23 seguía suponiendo una amenaza para los bombarderos en caso de realizar misiones sobre territorio de la URSS.
(rbth.com)